domingo, mayo 30, 2010

No lector.

Nunca antes tomé partido por un personaje del mundo de las hojas y las letras, pero esta vez, de a poco me fui impregnando de la esencia de Mitsusaburō, de su segura y racional oposición al idealismo, de su metódico sistema de encajar las cosas a su manera, de su obstinada represión de los sueños ajenos, y de su carente seducción por la excitación. Así que durante esta experiencia me convertí en opositor, metódico, obstinado, y mesurado... hasta en un viviente portador de sus celos.

Aún salen lágrimas de mis ojos, y este escrito es por aquello, por que nunca antes había llorado a causa de las hojas y las letras. De alguna forma me convertí en el orgullo destruido de Mitsusaburō, donde he quedado flotando desarraigado, por que comprendí las contradicciones que me hizo vivir esta experiencia. Tengo rabia conmigo por haber juzgado tan ignorante y fuertemente. Me siento conservador, y me duele en el alma haber sentido eso.

Nunca debí desvalorizar mi verdad o mis secretos, ni mi profundo misterio por los espíritus que los seres humanos mantenemos aún latentes, pernoctando entre nuestras vidas (nunca debí, pero lo hice, y le agradezco a las hojas y las letras por tal provocación). He caído de rodillas e invertido, pasmado y hasta aterrorizado, pero he confirmado algo que se me viene presentado desde hace algún tiempo: el “No te olvides de quién eres”.

A veces, hay corrientes en los ríos que nos alejan de nuestro muelle. Hasta los seres más queridos pueden ser partícipes de nuestro extravío, y aunque ellos no lo desean (ni lo sepan), te cubren de cera tapando tus cicatrices y arrugas, tanto que no reconoces tus propias manos. Y sin posibilidad de culpar a nadie, te inunda la intrigante pregunta de por qué te dejaste extraviar, sea por los demás o por ti mismo.

Hoy sólo quiero expresar que mi experiencia con El grito silencioso de Kenzaburo Oé ha marcado en mí un hito que no esperaba, y que de alguna forma, se convierte en el segundo paso de un necesario camino de auto-reencuentro.

Agradezco el libro a quien me lo obsequió, y le devuelvo de regalo el saber que ha sido para mí algo muy especial, quizás más especial de lo que tenía presupuestado al envolverlo. Para ti y para quién me lea:

“No te olvides de quién eres”

“No te olvides de quién eres”

“No te olvides de quién eres”

PD: un afectuoso abrazo a mi mejor amiga y compañera de un rosado viaje en mi primer paso de reencuentro.

1 Comments:

Anonymous Nina Novillo Rosado said...

muchas gracias por el saludo!
y por compartir esto conmigo..lo estamos haciendo juntos :)..de alguna manera ..siento q aquel árbol de nuestro lugar favorito..nos lleno de vitalidad y de energia positiva..algo rosado faltaba en nuestras vidas..
Te quiero Partulin

Pd: me conmoviste!

8:22 p. m.  

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